Las
cuatros fases que un activista atraviesa en su vida
Las Cuatros Fases por Douglas Fakkema
Aquellos que trabajan para los animales
y los que dedicamos la vida a ellos, atravesamos cuatro
fases durante la evolución de nuestras carreras.
Como nosotros somos únicos, nuestras historias
también lo son, pero todos pasamos por el mismo
proceso, y, si sobrevivimos a ese proceso, habremos logrado
entender que hemos alcanzado lo que deseamos en el primer
lugar.
Fase 1
Extasiados y con muchas ganas de empezar, buscamos
cambiar el mundo. Estamos encantados con la vida. Sabemos
que podemos marcar la diferencia, que nuestros esfuerzos
a favor de los animales calmará su grave situación.
Trabajamos lo que parecen ser 25 horas al día
y aún así seguimos con energía.
Nuestro entusiasmo es desbordante, nuestra capacidad
para los desafíos no tiene límites. Comemos,
dormimos y vivimos para la causa de los animales. Los
amigos no entienden nuestra obsesión y por eso
se alejan o simplemente se desvanecen; de la misma forma
nosotros nos apartamos de ellos para hacer nuevos amigos.
Sin embargo, algunos de nosotros no logran hacerlo,
estamos demasiado ocupados trabajando para los animales.
Algunos nos volvemos solitarios, teniendo
como compañía solamente a nuestros perros
o gatos y esto nos permite mantenernos completamente aislados
de todo, pero estamos contentos de todas maneras, ya que
tenemos una causa. En nuestro celo, tendemos a dar soluciones
simples a problemas complejos - se debería
esterilizar a todo animal o a ninguno se le debería
aplicar eutanasia. A menudo nos retrasamos por tratar
de rescatar a animales de las carreteras y calles. Creemos
entender el problema y sabemos que podemos solucionarlo
si tan solo la gente no se inmiscuyera.
Fase 2
El entusiasmo que vivimos durante la fase uno se ha
vuelto amargo, la burbuja se deshace, así nos
estrellamos y nos quemamos. Vemos la misma gente de
siempre entrar al refugio con otros animalitos recién
nacidos - no han escuchado nuestro mensaje. Seguimos
aplicando la eutanasia, parece un cuento de nunca acabar.
Incluso nuestros amigos - aquellos a quienes aún
no dejamos - no nos entienden. Parece que no supimos
transmitir nuestro mensaje.
Todavía se abusa y se descuidan a los animales;
esta grave situación parece que nunca va a cambiar,
a pesar de todos nuestros esfuerzos. Hemos perdido aquella
energía sin límites que caracterizaba
la Fase Uno.
Ya no deseamos seguir hablando del trabajo, ni siquiera
queremos admitir donde trabajamos. Después del
trabajo nos vamos a nuestras casas, cerramos la puerta,
apagamos las luces, desenchufamos la contestadora y
cerramos las cortinas. Estamos demasiado exhaustos para
cocinar, así que engullimos comida rápida,
pizza, papas fritas o chocolates.
Algunos compramos objetos inútiles
que no podemos permitirnos. Algunos nos volvemos alcohólicos
para callar los sentimientos de desesperanza. Ignoramos
a nuestras familias e incluso nuestras mascotas tienen
menos atención de la que se merecen. Parece que
no tenemos el poder para influir en los cambios que nos
condujeron a este ectasis de dedicación durante
la Fase Uno. Hasta hemos llegado a horrorizarnos por el
trabajo que tenemos que hacer. Incluso nuestros sueños
están llenos de horror. Cada animal que recogemos,
cada animal al que le aplicamos eutanasia representa otro
paso hacia nuestro fracaso. De alguna manera nos culpamos
por todos nuestros errores y eso nos está destruyendo.
¡Levanta los escudos Scotty, los Klingons nos están
persiguiendo! Nuestra coraza se vuelve cada vez más
efectiva. Detiene el dolor y la tristeza y permite que
nuestra vida sea por lo menos tolerable. Seguimos con
esto porque de vez en cuando tomamos una pizca de energía
de la Fase Uno.
Fase 3
La depresión típica de la Fase Dos se
exterioriza y estamos ahora enojados, muy enojados.
La desesperanza se torna en ira. Comenzamos a odiar
a la gente, al menos a casi todas las personas, salvo
a aquellas que, como nuestros compañeros de trabajo,
dedican sus vidas a los animales tal como nosotros lo
hacemos. Incluso odiamos a nuestros compañeros
de trabajo si estos se atreven a cuestionarnos -
especialmente en cuanto a la eutanasia. Se nos ocurre
la idea de aplicar eutanasia a los dueños, no
a las mascotas. Mejor que eso, tomemos a los que abusan
y entregan a los animales y apliquémosles a ellos
la eutanasia.
Nuestra rabia se extiende a nuestra vida
cotidiana. Aquel hombre que está enfrente de nosotros
en la carretera, el que se cruza en nuestro camino, apliquémosle
eutanasia también a él. Estamos furiosos
con los políticos, con la televisión, con
los periódicos y con nuestra familia. Todos son
blanco de nuestra rabia, desprecio y burla. Hemos perdido
la perspectiva y eficiencia.
No somos capaces de conectarnos con la vida. Incluso los
animales con los que nos conectamos parecen de alguna
manera distantes e irreales. La rabia es el único
puente a nuestra humanidad. Es lo único que puede
atravesar nuestra coraza.
Fase 4
La depresión de la Fase Dos y la rabia de la
Fase Tres se reemplazan, gradualmente y con el correr
del tiempo, por una nueva determinación y entendimiento
de lo que es realmente nuestra misión. Empezamos
a entender la situación completa. Nos damos cuenta
de que hemos sido eficientes - localmente y en
algunos casos a nivel regional y nacional. Pero no hemos
resuelto el problema - quién podría
- aún así hemos marcado la diferencia
para docenas, incluso cientos y a veces para miles de
animales. Hemos cambiado la percepción de algunos
sobre los animales. Comenzamos a ver nuestro espacio
dentro de nuestra propia comunidad y empezamos a ver
que somos más eficientes cuando separamos nuestro
trabajo y nuestras vidas fuera del trabajo. Nos damos
cuenta de que aquel trabajo no es todo nuestro mundo
y que, si prestamos atención a nuestras vidas
personales, podemos ser más eficientes en el
trabajo. Entendemos que algunos días trabajamos
14 horas y otros nos vamos después de haber trabajado
8 horas.Tomamos vacaciones y disfrutamos los fines de
semana. Volvemos despejados y listos para aceptar nuevos
desafíos. Nos damos cuenta de que no toda la
gente es mala. Entendemos que la ignorancia es natural y en la mayoría de los casos curable.
Sí, la verdad es que hay gente que abusa y abandona
a los animales, pero es la minoría. No los odiamos.
Cuando encontramos a estas personas hacemos
todo lo que está a nuestro alcance por detener
que lastimen a los animales. Reconocemos que las soluciones
son tan complejas como los problemas y que traen a la
mano una gran cantidad de herramientas para resolver
el problema, por lo tanto, las utilizamos lo mejor que
podamos y es así que comenzamos a ver los resultados
- un paso a la vez. Nos reconectamos con los animales.
Nuestras corazas se debilitan. Sabemos que la tristeza
y el dolor son parte de nuestro trabajo. Ya no paralizamos
nuestros sentimientos con drogas, comida y aislamiento.
Comenzamos a entender que conllevamos mejor los sentimientos
de rabia , depresión y tristeza si los reconocemos
y si no les permitimos afectarnos. Reconocemos el increíble
potencial que tenemos para ayudar a los animales. Estamos
cambiando el mundo. Ver también: